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Cómo estar siempre contento

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Por: Alfonso Lobo A. “Lobito” 


Por estar pensando en lo que no tenemos o en lo que hemos perdido dejamos de disfrutar lo que tenemos. La mayoría de las personas tiene la mente en el futuro (en lo que no tienen) o en el pasado (en lo que han perdido), razón por la cual no disfrutan el presente. Vivir el día y vivir el momento presente es una actitud sabia e inteligente. Salirse del presente, del ahora, para ir a divagar por un futuro incierto y un pasado muerto es un tremendo desgaste mental. 

Los niños pequeños siempre van felices y alegres; tienen su mente en el presente, en el ahora; la mente del niño pequeño jamás divaga por el pasado alimentando nostalgias; tampoco vuela al futuro para llenarse de expectativas y miedos supuestos. Si la mente se va para el pasado (el cual sólo existe en la memoria) se llena de nostalgia en el presente, y si la mente se va para el futuro (que es un invento de la imaginación) se llena de ansiedad en el presente. Nadie sufre en pasado, ni nadie sufre en futuro. ¡Todos sufrimos en presente! 

Los adultos se sientan a rumiar el pasado y se llenan de nostalgia y se deprimen, porque imaginan un futuro incierto y se llenan de temor. Los abuelitos dan consejos, a toda hora, a los adolescentes, desconociendo que la época de ellos es completamente diferente a la que están viviendo los chicos de hoy en día. Comparar tiempos pasados y tiempos futuros con el tiempo presente es tonto, porque la raíz de todo sufrimiento se deriva de la comparación, cosa que no hacen los niños. 

Jamás vemos a un niño pequeño sentado, callado y taciturno, rumiando el pasado; tampoco lo hallaremos con la mirada perdida en la nada pensando en el futuro. El niño no dice: “¿Qué será de mi si se muere mi papá? ¿Quién me va a cuidar? Y si también se muere mi mamá… ¿Cómo voy hacer para vivir?”. El adulto supone: “Si yo muero: ¿qué será de mis hijos?, ¿Quién los cuidará?” Y si me echan del trabajo ¿de que voy a vivir?” La mente del niño pequeño jamás hace ese tipo de trapecismo intelectual por la sencilla razón de que su mente siempre está en presente. Razón tenía Jesús cuando afirmaba que para entrar al reino de Dios (la paz interior) teníamos que volvernos niños. 

El secreto de la felicidad de los niños radica en que su mente siempre está en presente disfrutando lo que la vida depara cada día. Razón por lo cual un niño, desde que se levanta hasta que se acuesta, juega catorce horas. Uno se pregunta ¿de dónde saca tanta energía un niño para jugar catorce horas seguidas? El secreto está en que la mente del niño está siempre en presente y no gasta la energía en supuestos mentales, en expectativas inexistentes, en temores inventados de un futuro incierto. Los niños tampoco gastan la energía en los recovecos del ayer, recodando “aquellos tiempos mejores” ni en cosas que quedaron pendientes por hacer. O en resentimientos por lo que alguien me hizo. La mente del niño no compara, y al no haber comparación no hay señalamiento, menos juzgamiento ni sentencias. Los niños no critican. Los adultos gastan sus energías en los supuestos mentales. 

Los adultos se sientan meditabundo en una silla de la sala y se pone a suponer cosas, y lo más increíble es que todos esos supuestos mentales se los creen y se llenaN de miedo por el futuro y de allí pasa a la frustración, para finalmente descender a la depresión. El ser humano moderno se ha vuelto depresivo porque su mente no está en el presente. En otras ocasiones, la mente del adulto se va para el pasado a recordar videos de cosas que les ha sucedido y esos videos se los trae para el presente y, por ende, se llena de nostalgia o de resentimiento en presente, porque nadie sufre en pasado ni en futuro. 

La enseñanza que nos dan los niños es muy clara: ¡La vida es un juego…disfrútala!..Disfrutar lo que la vida vaya deparando cada día. Eso no quiere decir que uno no haga planes, por supuesto, todos hacemos planes, pero ¿Quién o qué nos garantiza que los planes van a salir como los proyectamos?Nadie planea ser pobre ni nadie planea una enfermedad, sin embargo ambas se presentan en nuestras vidas sin haberlas solicitado, entonces… ¿Por qué llegan? 

Vivir el día. Yo no diseñé esta filosofía, el autor de ella es Jesús cuando dice: “No os preocupéis por el día de mañana, vive sólo el hoy, que el día de mañana traerá sus propias preocupaciones”.


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