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¡Dardos venenosos!

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Por: Alfonso Lobo A. “Lobito” 


Las palabras cargadas de odio son dardos venenosos para herir a la persona contra quien hay un profundo resentimiento. Esta violencia verbal, es pura violencia psicológica, la peor de los tipos de violencia, pero más dañina para quien la práctica y no para el otro. El daño que haces al otro te lo haces a ti mismo. 

Las palabras cargadas de odio, ira, rabia, resentimiento, son flechas verbales que no alcanzan al enemigo sino que, como bumerang, siempre retornan y caen sobre quienes la lanzan. El alacrán se hace daño a si mismo con su propio aguijón y se mata con su propio veneno. Este mismo efecto sucede a quien lanza estos dardos venenosos verbales. 

El uso de palabras soeces, de alto calibre, es el peor tipo de ignorancia que una persona puede mostrar. Es ignorancia espiritual, pobreza psicológica, ego enfermizo. 

Por física elemental sabemos que las palabras son ondas sonoras, dilatación y contracción del aire, por tanto, las palabras no pueden hacernos daño físico. No se deteriora el riñón o se dañan los pulmones cuando nos gritan palabras ofensivas, lo que si puede afectar es lo mental o psicológico, alterándonos emocionalmente, porque nuestro ego se resiente. Quien es afectado por las palabras llenas de odio es el ego en ambas personas, pero el daño mayor es para quien las grita. Esto es degradación psicológica y deterioro espiritual. 

Cuento. Un grupo de ranas saltaban por el bosque cuando dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las ranitas en el fondo del hueco saltaban para salir, entretanto, las demás ranas del grupo se hicieron a la orilla de la zanja y gritaban diciéndoles: –“¡No sean estúpidas, para que gastan las energías saltando en vano, lo mejor es que se resignen a morir en paz!”. 

Las ranitas, haciendo caso omiso de las palabras de sus amigas, seguían saltando para salir del oscuro hoyo. Las ranas en la superficie seguían gritando: 

–“Todo lo que cae a ese hoyo muere. Es mejor que recen y se resignen a morir en paz. Hay que aceptar las derrotas. No gasten sus energías en vano. Quédense tranquilas para una muerte pacífica. No se agoten, no sufrirán más.” 

De pronto una de las ranitas dejó de saltar y se quedó quieta, patas arriba, pues pensó que sus amigas tenían razón y decidió resignarse a su cruel destino, fue así que pasado un tiempo se murió, sin embargo la otra rana saltaba y saltaba y cada vez sus saltos eran más grandes hasta que… ¡plas!…salió a la superficie, completamente agotada de tanto esfuerzo. Las demás ranas, asombradas por la hazaña de su compañera, le preguntaron: 

— “Luego, ¿tú no escuchaste lo que te gritábamos?” —-La ranita contestó: 

—“! Qué dicen!… Soy sorda y no escuchaba nada, pero por las señas imaginé que ustedes me decían: 

¡Salta ranita, tú puedes lograrlo¡ ¡No te rindas. Se valiente! ¡No te dejes morir! ¡Vamos: salta más alto”! 

Moraleja. Cuando un perro ladra los gatos o los pericos en el vecindario no responden a esos ladridos. Responden los otros perros de la cuadra… 

¿Por qué?…! Porque son de la misma especie! Si a ti te insultan con palabras soeces y tú respondes de la misma manera es porque eres de la misma especie que quien te insulta.


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