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Hombre íntegro. Palabras de Luz Eugenia Sierra sobre Fernando Garavito

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Fernando Garavito
Fernando Garavito


Parte II. 

Fueron muchos los artículos que escribí en ese sentido. El 17 de febrero del año 2002, cuando la elección del candidato parecía inminente, volví a denunciar las relaciones que él mantuvo con el narcoterrorismo, y puse de presente que en un discurso en el Senado de la República defendió la posición del cartel de Medellín, de infausta memoria. Fue entonces cuando Carlos Castaño, el jefe paramilitar (“comandante” lo llaman en Colombia) me advirtió en su página de internet que tuviera cuidado. Detrás de ese delincuente común, al que ahora quieren darle status de político extraviado, hay un ejército de 20 mil sicarios que obran a su acomodo. No encontré protección. Desde hace varios años en Colombia no se hacen advertencias: simplemente se mata. Cuando comprobé que en la esquina de mi casa se apostaban extraños individuos que controlaban todos mis movimientos, y supe que un grupo de choque preguntó en la universidad por mi salón de clases y mis horarios, resolví salir del país. Viajé a los Estados Unidos porque era el único sitio del que tenía una visa vigente, pero mi propósito era el de seguir mi viaje hacia el Canadá, o Suecia. En ese sentido, adelanté gestiones ante los consulados en Bogotá, pero la distancia complicó mucho las cosas. De ahí que en septiembre del año 2002 decidí presentar en Maine, donde me acogieron algunos parientes de mi mujer, una solicitud de asilo político para mí y mi familia.” 

Y así como le cayó la muerte en el exilio, antes y durante la diáspora era cabalmente solidario con los periodistas y personas intimidadas. En julio de 2010, a raíz de una nueva conminación a Gonzalo Guillén, escribió: 

“Esa muerte anunciada, como cualquiera, sería una mancha imborrable sobre la conciencia del país. Tenemos que impedir que se produzca.” 

Y continúa: 

“Siempre recordaré la última conversación que tuve con Luis Carlos Galán, que era mi amigo personal, con quien había compartido mis años de Universidad y mis primeros trabajos. Tal vez fue el 16 o 17 de agosto de 1989, uno o dos días antes de su asesinato. Cuando le pregunté cómo estaba, me contestó: "Solo". ¿Por qué?, le pregunté. "Porque me van a matar y nadie, absolutamente nadie, ha dicho una sola palabra sobre el peligro que corro". De ahí que la explosión de dolor colectivo que siguió a su muerte siempre me ha parecido una insignificancia mediocre.” 

Su constancia en el trabajo era incontrovertible: desde que fue desterrado del país en marzo de 2002 escribió sin pausa, fue perseverante en la red y desarrolló múltiples actividades. 

Sus hijos van creciendo y estudiando, él y Priscilla consiguen trabajo. Y ocurre la muerte de Priscilla que también fue la muerte de Fernando papá, de Fernando hijo, de Manuela y de muchos. 

Garavito lucha cotidianamente contra la adversidad. En su desgarramiento trata de levantarse y se levanta. 

La pasión de Fernando por seguir luchando y hacer algo por el país se concreta en su candidatura a la Cámara por la Circunscripción Internacional, para las elecciones del 14 de marzo de 2010. Esta candidatura fue una propuesta de Jairo González, del PDA de Alemania, líder del colectivo Polo Mosca, del cual hubo inspiración y participación de Garavito en su creación. Esta corriente se definió como un espacio digital de trabajo y pensamiento constituido por un número extenso de compatriotas viviendo y sobreviviendo en el exterior a favor de la construcción de una nueva Colombia. Su candidatura es respaldada por múltiples personas por fuera y dentro del país. 

La plataforma que Garavito concibe para esta candidatura en enero de 2010 se llama “Un camino por la dignidad de Colombia”. Plantea la representación de los colombianos en el exterior, y como columna central, de los que se han visto sometidos al desplazamiento forzoso; aboga por los derechos de los colombianos en el exterior desde el exterior y desde Colombia. No sale elegido. 

Se asoma, sin embargo, un Garavito íntegro que si se inició como liberal fue dando un giro hacia la izquierda pues en su candidatura a la Cámara hacía alusión en su plataforma a la necesidad de una integración de estirpe popular y en sus últimos escritos publicados, manifiesta que el capitalismo debe ser desechado por ir en contra de las urgencias del hombre, habla de la necesidad de un socialismo contemporáneo, critica el sometimiento de América Latina a los Estados Unidos, se declara contra el bloqueo a Cuba, defiende los derechos humanos de todas las comunidades, reprueba la sociedad de consumo, la privatización desenfrenada, la injusticia, la convivencia con el crimen, la corrupción, la falta de independencia de los medios y periodistas. Podría decir que fue un demócrata radical y que con esta convicción murió. 

Desde su expatriación tuvimos contacto permanente y fue en esos momentos de gran cariño y amistad en los que me confiesa su intención de publicar el libro que hoy se presenta. 

En efecto, en un primer correo en abril de 2009 me dictamina que lo que me va a contar debe ser un secreto entre él y yo. Y sí, lo guardé. Sólo hasta saber la decisión de los hijos de publicar el libro, me atrevo a develar la custodia del tesoro que me encomendó. Me dice: 

“Escribo y escribo, un poco a ciegas. Perdí el norte, y mi escritura es tan distinta que yo mismo me desconcierto. Resulta que he querido desde hace tiempos hacer una exégesis de Priscilla, pero no esas cosas llorosas que hacen los viudos, sino algo con el estilo característico que ella tuvo, inteligente, sensible y de muy pocas palabras. Después de mucho pensar, resolví centrarme sobre una de mis obras musicales preferidas, las "Romanzas sin Palabras", de Mendelssohn. Hablo de ella en los dos prólogos del Banquete de Cronos, el de Mosca y el mío. Son 48. Identifiqué entonces 48 momentos en la vida de Priscilla y traté de relacionarlos con alguna de las Romanzas, buscando no hacer de la música algo descriptivo, sino algo tan profundo como debió pensarlo Mendelssohn. Esto fue bastante difícil. De pronto una frase musical que me llevaba a algún momento, me permitía ubicar ese recuerdo. Creo que oí las Romanzas no menos de quinientas veces. Además, quise quitarle a la poesía las palabras. Fue también muy difícil. En este punto tengo una gran deuda con María Mercedes y su "Canto de las Moscas". En mi prólogo a sus "Obras Completas" sostengo eso: que en "El canto de las moscas" ella hace poesía sin palabras. Yo trato de llegar a un resultado semejante, pero debo reconocer que fue ella quien abrió el camino. 

En este momento he escrito 16 textos. Los he agrupado bajo un título general: "Palabras para las Romanzas sin Palabras de Félix Mendelssohn". Trabajando intensamente, escribo uno o dos cada semana. Me ciño a los Opus musicales (son 8), cada uno de los cuales tiene seis romanzas. El orden perfecto, como me gusta. Con algo de temor, te voy a dar un ejemplo. (Tendrías que oír la música, para entender mejor lo que estoy diciendo). Se trata del número 4 del Opus 19, que Mendelssohn no bautizó de ninguna manera, pero que en mi referencia personal llamo "Crepúsculo". Yo cuento ese momento en "Banquete de Cronos", en la dedicatoria a María Elena Triana (página 145). Para Priscilla y para mí fue siempre un recuerdo imborrable. Dice así: 

Opus 19 - Número 4 

(Crepúsculo) (Schilthorn, 1978) 

Sólo una, la tarde, 

la luz que cae 

sobre el trigo, 

y el cencerro en el silencio 

de la montaña. 

Eso es todo. En ninguno de los textos hablo de Priscilla. Se trata de hacer un libro para todos. En ninguno uso pronombres ni adjetivos. (Hasta el momento llevo un solo pronombre y un solo adjetivo). Lucho tremendamente contra lo adjetivo. Y trabajo con desvelo en algo que, tal vez, sólo tú entenderás o que, por lo menos, sólo a ti te contaré. Dime, por favor, qué te parece. Con el corazón en la mano. Si tu opinión es negativa, de cualquier manera seguiré adelante (porque yo soy testarudo). Si es positiva, me ayudarás a no desmayar en este camino tan extraño. Pero, en cualquier caso, tendré la visión que quiero, la de una lectora inteligente (que no es crítica), pero que, eso espero, tiene un cariño exigente por el autor. Así ha sido siempre, y espero que nunca cambie. Si me dices que esto no vale la pena, tal vez te querré más que antes, 

Fernando.” 

Por supuesto no me iba a querer más que antes porque yo quedé asombrada, deslumbrada, impactada por la belleza de poema que me acababa de mandar. Se lo dije y nos escribimos varios correos en relación con este tema. Después de persistente búsqueda conseguí las Romanzas sin palabras de Mendelssohn, las oí innumerables veces para captar los Opus y dentro de éstos, las Romanzas. Proseguimos con nuestros mensajes. 

Quiero anotar que este poema, Crepúsculo, que acabo de leer, Garavito lo reformó, puesto que en el libro aparece ya con su adaptación definitiva. 

En un correo de julio de 2010, me indica: 

“He trabajado mucho sobre las Romanzas sin Palabras de Mendelssohn. Son 48 romanzas, 49 si añadimos una que figura en la interpretación de Lívia Rév, aunque de la última no he podido saber cuál es el opus. Bueno, pues, dividí el trabajo en cuatro partes. La primera sobre las primeras 24 romanzas, la segunda sobre las que van de la 24 a la 48, la tercera sobre la romanza de Lívia Rév, y la cuarta sobre Priscilla. Desde hace años tengo lista la cuarta, y hace tres semanas terminé la primera, después de grandes esfuerzos contra los adjetivos, contra la descripción, contra la frondosidad de las palabras, contra los pronombres... Una verdadera batalla. Bueno, dejé pasar unos días para leer el resultado, y claro, yo soy yo, al leerlo deseché siete. Me angustié. De modo que, por último, perdoné dos que no estaban definitivamente mal, con gran esfuerzo (trabajando 20 horas al día) rehice otras dos, y definitivamente deseché tres. Quién sabe si logre terminar este asunto algún día. Mi cabeza ya no funciona ni bien ni mal ni de ninguna manera. 

Te envío como muestra (sólo para ti) la primera de todas para que sepas qué es lo que estoy haciendo: 

Opus 19 − Número 1 

Más allá 

Bogotá, 1997 

Más allá del ocaso 

el infinito. 

Cada cual lleva su horizonte 

en la mirada. 

¿Ves? El título y el "Bogotá, 1997" refieren a un hecho concreto que vivimos ella y yo. Priscilla no aparece para nada. Sólo una vez se le menciona en la 4a. parte. Y todos los textos son parecidos. Creo que las 24 romanzas (ahora 21) ya terminadas, no tienen más de 500 palabras. No hay ninguna descripción. La más ardua de las luchas fue la de acabar con la descripción de la música. Sólo una nota, para mi yo íntimo, lleva al momento intenso que vivimos Priscilla y yo, y que sólo ella y yo vivimos. 

Todo esto lo conversaba con Priscilla. Pero ahora ella no está. 

Fernando”. 

Este poema es el primero del libro De la luna y el sol y no sufrió modificación. 

El 23 de octubre de 2010, 4 días antes de accidentarse, me anota: 

“Yo estoy ahora mismo en Marfa, un pueblo perdido en el sur de Estados Unidos (no es ni medio oeste ni medio este, de modo que no sé dónde estoy). Sé que es en Texas, que tiene 500 habitantes, que está cerca de la frontera con México, y que estoy acá porque la Fundación Lannan me dio una "Residencia" de creación literaria, para ver si acabo el librito con los textos herméticos sobre Priscilla. Trabajo intensamente. La Residencia se acaba el 17 de diciembre, y ese día es el último que tengo para presentar lo que haya hecho. Después trataremos de traducirlo al inglés y de publicarlo, en edición bilingüe, en este país. Cada día creo menos en Colombia, lo digo con tristeza, pero así es. 

Fernando.” 

Como se desprende de los mensajes leídos, parecería que hubiera querido escribir 50 poemas y tenía tiempo hasta el 17 de diciembre de 2010 para presentarlos a la Fundación Lannan. De la luna y el sol tiene 44 poemas diríamos que terminados o en elaboración y 6 sin comenzar. 

Como ustedes lo leerán, esos 44 momentos que espero, graviten en la inmortalidad, son los del más profundo realismo entre dos personas que se amaron, y que fueron compuestos letra por letra para que nosotros los podamos tomar como nuestros y entregar a quienes amamos. 

En mi opinión, son poemas del amor y de la muerte. Son poemas de presencia y ausencia de Priscilla. Esto construye la fuerza interior que desata su pasión creadora. De esta forma, la audacia poética de Garavito es ponerle palabras a las Romanzas sin palabras de Félix Mendelssohn con una poesía que él definió como poesía sin palabras, contradicción que es comprensible si se entiende que son poemas en donde sólo puede haber palabras exactas, precisas, en donde no haya adjetivos ni pronombres, en la búsqueda de una poesía cuyo encanto hay que descifrar. Pienso que su libro quedó en desarrollo y que con estos poemas apostó por la perfección poética en homenaje a Priscilla. 

De no ser por su ética política y periodística, no habría tenido que salir exiliado no habría tenido que padecer un destierro tan doloroso, traumático y dramático, como lo fue ese camino a la muerte que significó el éxodo de él y de su familia. 

A mí no me cabe un solo adjetivo más para exaltar la vida y obra de Garavito, mi adorado amigo. Ay de mí sí me oyera. Él que siempre ahorró adjetivos y pronombres.


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