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Andrea Jeftanovic: “Quiero empujar a los personajes y a los lectores a un abismo”

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Tomado de La República / Perú / por: 

La escritora chilena presentó la reedición de su libro de cuentos "No aceptes caramelos de extraños" en octubre de este año.

"No aceptes caramelos de extraños" es un libro de once cuentos que explora ese mundo de lo incorrecto, donde no hay advertencias, donde no hay tiempo para retroceder en el paso de las 176 páginas que lleva. Cada cuento se va transformando en la aguja de un muñeco vudú, que el lector tendrá que esquivar. Reeditado por la editorial catalana Comba, el libro que presenta la escritora chilena Andrea Jeftanovic (Santiago, 1970) tiene un contraste muy fuerte con la realidad, con ese vínculo afectivo entre hermanos, novios, familias. En cada historia, Jeftanovic crea un mundo paralelo, un mundo donde la leyes no son más que una utopía. 

De los once cuentos, quiero empezar por el que le da título al libro. En “No aceptes caramelos de extraños”, me llamó poderosamente la atención la textura que tiene, a diferencia de los demás cuentos. ¿Tiene algún contexto particular de Chile? 

La verdad es que no lo pensé de un modo especial, pero soy consciente que tiene algo de mantra, de oración para espantar el miedo. Para espantar una pesadilla universal: que desaparezca un hijo sin dejar huella. Es un miedo que está en los cuentos infantiles como Hansel y Gretel, cómo dejar huellas en el camino de la fuga para regresar. Y tal vez de un modo solapado está el tema de los hijos desaparecidos en la dictadura y en las guerras. 

Te hacía esa primera pregunta por un tema particular: la desaparición de niños durante la dictadura de Pinochet. Sentía que se narraba no una historia común, sino algo más contextual. 

Yo creo que tienes ambos niveles o sugerencias, ambas metáforas. 

Sí, y quizás “Hasta que apaguen las estrellas” es el cuento más político de los once. ¿Hay un umbral para los cuentos? ¿La temática para ti es como lo vayas desarrollando? 

Intento no tener límites; no es fácil explorar hacia más allá de mis censuras y preocupaciones. La literatura es un espacio libre, incierto, ambivalente. Es un cuento también sobre la eutanasia, sobre el límite de la vida o del sentido de la vida y la invasión de la médica. Es un cuento de ternura, del lazo padre e hija. Y me encanta el efecto de las drogas en la escritura, esa alucinación por encanto, por amor, por miedo, por renuncia, por fuga. 

Y claro, hay una intensidad psicológica que tienen todos los cuentos que pones en el libro, pero también es una advertencia. Está en la realidad, pero pocas veces nos detenemos a pensar. 

Sí. Eso de la intensidad me interesó como textura de las historias, los personajes pasan por momentos álgidos, situaciones extremas. Para mí tienen algo del código del teatro de la crueldad, del movimiento dramatúrgico In Yer Face. Busco que sean relatos que remezcan, que nos ofrezcan un cambio, un distanciamiento y el deseo de otro horizonte. Quiero empujar a los personajes y a los lectores a un abismo porque deseo un cambio del statu quo, porque en esos momentos metafóricos e intensos se revela algo. En la experiencia de lectura, yo soy la extraña que ofrece los caramelos. 

“Cuando me dijeron que cerraban el caso, me corté el pelo a tijeretazos”. Creo que esta frase, como otras, incomoda, hasta puede indignar al lector. Lo digo por el momento que vive la madre de la historia. Y claro, otras que estén en esa situación. 

Sí. Es desesperante, se corta el pelo de impotencia, la justicia es injusta, ingrata, burocrática. Y sí, es una reacción de cambio violento por desesperación. Son noticias que leemos a diario, crímenes no clarificados, que tienen plazos administrativos y no justos. 

"Primogénito" es el cuento donde los hermanos mayores se sentirán más identificados. Es un odio muy natural. Aunque a veces se crea que los adultos enseñan a los niños a odiar. 

Primero, es un cuento sobre los celos, el desplazamiento. Los celos despiertan la imaginación, en un punto la persona que siente celos también inventa, imagina, ficcionaliza, es muy creativa. Pero es una creatividad que termina siendo muy destructiva, porque atenta a la tranquilidad, a la integridad. Siempre quise escribir sobre los celos porque despiertan malos entendidos con el mundo de afuera y el de adentro. Segundo, sí es sobre el desplazamiento brusco que sufren los hermanos mayores frente a la llegada de hermanos menores, es una reconfiguración afectiva, emocional muy drástica. 

En sí, los temas son un flujo de emociones, muchas de ellas encontradas en lo que se dice que no es moral, que no es correcto. 

Sí. Ese es el hilo conductor de los relatos, liberar ese flujo de emociones con todas sus contradicciones y ambivalencias. Explorar lo que se calla, lo que fluye a pesar de nosotros, fuera de lo políticamente correcto. 

A propósito, ¿crees que el amor sea un verbo transitivo? 

En un punto es algo de afinidades; es muy probable que alrededor de alguien que quieres surjan otras relaciones amorosas, y no digo parejas, sino que alrededor de esa persona que amas surgen familiares y amigos que pasan a ser parte de tu vida y afectos. Ni hablar lo que pasa con los hijos, pero me refiero a esas relaciones que se multiplican desde el otro. En el relato que sale esto, sí hay una transitividad de afectos pero que tiene una vuelta trágica, cruzada por los celos y cierto instinto de propiedad y de semejanza. 

Hace una semanas, a Fernando Ampuero, un escritor peruano, que imagino lo debes conocer, le pregunté sobre Bolaño. Bolaño decía que la literatura estaba llena de canallas y que hay escritores que juegan a ganarle al tiempo, a ser recordados. ¿Cuál es la convicción de un escritor, o quizás el propósito, lejos de escribir por oficio?

La convicción puede ser el deseo de crear, de imaginar alternativas a la realidad. El deseo de reconstruir su pasado, de comprender su realidad, de pensarla, de responder un relato sobre quién es y cuál es el tiempo que le tocó vivir.

Volviendo al libro, ¿en esta cuarta edición, con editorial nueva, quitaste o aumentaste algo en los cuentos? 

Siempre cambio, creo que los cuentos están cada vez más breves. Siempre en las ediciones de los libros cambio cosas, trabajo la síntesis, quito escenas o sumo nuevas. Me gustan que estén en diálogo con la lectora y autora que está cambiando, aprendiendo. En cada uno de los libros que he publicado he seguido procesos de reescritura. 

Ahondar en esas zonas turbias como dice Ana Rodríguez de el diario El Mundo, ¿le ha traído algún problema para poder escribir desde sus personajes? 

Sí. Los relatos son ambivalentes, entran en el caos interno de los personajes, a veces empujo a los personajes a ese abismo que te decía. Creo que hay cuentos polémicos, extremos y a veces alrededor de ellos hay discusiones, lo que me interesa. Pero los problemas tienen que ver con sobre lecturas o lecturas entrelíneas. Me doy cuenta que son inquietantes, pero no fue mi intención, yo sigo la voz de los personajes y sus tramas, y esta ocasión hice a los personajes caminar sobre la línea el abismo.

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